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que es la obsolencia programada?
Cada vez que miro un basurero lleno de aparatos eléctricos, ropa o muebles, me acuerdo de la bombilla incandescente más antigua del mundo, que se encuentra en una estación de bomberos en California y ha sobrevivido terremotos y mudanzas sin fundirse. Fabricada por la Shelby Electrics Company de Ohio, la bombilla de cuatro watts viene a recordarnos que vivimos en el mundo de la obsolescencia programada, un sistema de consumo y producción que está llenando al mundo de basura.
Cuando uno va a ciudades antiguas o pueblos que permanecen lejos de la vida industrial, se encuentra con objetos que fueron fabricados para durar toda la vida, desde un cacharro de cocina hasta un edificio, un puente o una red de pescar. Quizás por el modo en que fueron pensados, a pesar del tiempo conservan una belleza, una funcionalidad y una dignidad de la que carecen nuestros aparatos eléctricos, que nos sólo se vuelven obsoletos al cabo de un par de años sino que además, resulta complicado darles un segundo uso porque sus materiales no se reintegran fácilmente a nuestra vida cotidiana.
¿Por qué la bombilla de California, a diferencia de otros objetos eléctricos, escapó a al destino de la obsolescencia programada? Sus fabricantes de bombillas se percataron de que sus productos eran tan buenos que durarían toda la vida. De manera que cuando todos los hogares tuvieran una, ellos se irían a la bancarrota. Entonces fabricaron una bombilla con materiales de corto funcionamiento y fueron, casa por casa, retirando las bombillas inmortales, excepto una, la de la estación de bomberos que se salvó por una casualidad.
El concepto de “obsolescencia programada” fue acuñado por el diseñador industrial Clifford Brooks Stevens en 1954 y describe las estrategias a las cuales recurre la industria para acelerar el ritmo de consumo. Por ejemplo: diseñan aparatos imposibles de reparar, objetos de uso cotidiano que se gastan antes de lo planeado, productos que necesitan otros productos para mantenerse funcionales, etcétera. Computadoras, lavadoras, teléfonos… Aunque no hayan sido diseñados conscientemente bajo el concepto de obsolescencia planeada, el principio se integró a las reglas de producción hace un siglo, y sus productores, por supuesto, no pensaron en las consecuencias para el ambiente, la salud de las personas y su economía.
Basta mirar el trabajo de que la fotógrafa Sophie Gerrard ha realizado al respecto. Su serie llamada E-wasteland muestra cómo los basureros tecnológicos están dañando la vida de muchas personas en la India, aunque, curiosamente, esa basura viene de muy lejos.
El ideal sería que los aparatos electrónicos estuviesen fabricados con materiales nobles (madera, cristal, metal), fáciles de reintegrar a la producción e otros aparatos u objetos. Sin embargo, el ritmo de consumo, ligado a la creciente ambición de los empresarios, ha provocado que los fabricantes usen materiales más baratos. Sin embargo, casi todos contienen bisfenoles policlorinados (mejor conocidos como PCB, plásticos de alta toxicidad) así como metales pesados y líquidos refrigerantes. Estos químicos están relacionados con muchos tipos de cáncer, infertilidad, disrupciones hormonales, etcétera. De nuevo, lo ideal sería que hubiera un sistema de reciclaje adecuado, pero la realidad es otra.
No eches tus aparatos a la basura (laptops, teléfonos celulares, televisiones, lavadoras) y esperes a que pase el camión de la basura se haga cargo. Mejor, ubica organizaciones que tengan los medios adecuados para reciclarlos o reutilizarlos, ellos los revenden a talleres que buscan refacciones o reutilizan los materiales donde se requieren. Incluso hay tiendas que comienzan a recibir esos aparatos como parte de su programa de responsabilidad social.
- Piensa en invertir en la mejor calidad. Aunque lo pagues a plazos, un aparato con buenos materiales durará más y tendrá la tecnología adecuada para no descomponerse al primer año.
- Elige los aparatos que ahorren agua y luz, que contaminen lo menos posible en su uso o fabricación, o bien, que hayan sido manufacturados y vendidos en la línea del comercio justo y la sustentabilidad. Esos productos suelen ser de mejor calidad, sobre todo en calidad humana.
- Conserva la dimensión de las cosas. ¿Realmente necesitas esa nueva pantalla plana de 42 pulgadas? ¿En serio necesitas un nuevo teléfono porque el del año pasado te parece obsoleto? No lo dudes ni un instante: los consumidores tenemos la sartén por el mango. Si dejamos de consumir irracionalmente, ellos dejarán de fabricar bajo la línea de la sobreexplotacion de recursos y de personas.
Si quieres saber más de este tema, te recomiendo el documental "The Story of Stuff" (La historia de las cosas), escrito y narrado por Annie Leonard.
por: Luza Alvarado, yahoo
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